Cualquier gran ciudad de Estados Unidos puede proporcionar alternativas musicales para satisfacer todos los gustos. Audiciones de bandas de jazz, pop y rock, orquestas sinfónicas, ópera, música de cámara, blues, música folclórica, música country, música bluegrass, y comedias musicales se han convertido en parte del repertorio cotidiano que ofrecen las salas de concierto en todo el país.
Esta rica herencia musical es también producto de numerosas influencias. La más importante ha sido la interacción, con frecuencia conflictiva, entre las tradiciones clásicas europeas y la vitalidad de las expresiones regionales y étnicas. De hecho, muchos de los más talentosos compositores han trabajado sobre formas populares.
Edward MacDowell, el mejor compositor de música seria del país a finales del siglo XIX, escribió que antes de Estados Unidos encontrar "un escritor de música para responder a su espíritu", necesitaba "sobre todo, tanto de parte del público como del compositor, absoluta libertad respecto a las restricciones que nos han sido impuestas por una casi ilimitada condescendencia al pensamiento y prejuicios europeos".
Los pioneros fundadores de Estados Unidos trajeron consigo su música: canciones y bailes, cánticos, himnos, y cierta música formal. Entre estas, fue la música religiosa la que predominó sobre las demás. Las melodías para los cantos de alabanza fueron trasmitidas principalmente por tradición oral, y sirvieron de base para gran parte de la música colonial.
Los historiadores otorgan el honor de ser el primer compositor nacido en Estados Unidos a Francis Hopkinson de Filadelfia (1737-1791), un caudillo de la revolución y amigo cercano de George Washington, el primer presidente.
Esta rica herencia musical es también producto de numerosas influencias. La más importante ha sido la interacción, con frecuencia conflictiva, entre las tradiciones clásicas europeas y la vitalidad de las expresiones regionales y étnicas. De hecho, muchos de los más talentosos compositores han trabajado sobre formas populares.
Edward MacDowell, el mejor compositor de música seria del país a finales del siglo XIX, escribió que antes de Estados Unidos encontrar "un escritor de música para responder a su espíritu", necesitaba "sobre todo, tanto de parte del público como del compositor, absoluta libertad respecto a las restricciones que nos han sido impuestas por una casi ilimitada condescendencia al pensamiento y prejuicios europeos".
Los pioneros fundadores de Estados Unidos trajeron consigo su música: canciones y bailes, cánticos, himnos, y cierta música formal. Entre estas, fue la música religiosa la que predominó sobre las demás. Las melodías para los cantos de alabanza fueron trasmitidas principalmente por tradición oral, y sirvieron de base para gran parte de la música colonial.
Los historiadores otorgan el honor de ser el primer compositor nacido en Estados Unidos a Francis Hopkinson de Filadelfia (1737-1791), un caudillo de la revolución y amigo cercano de George Washington, el primer presidente.
Sin embargo, los expertos en música reconocen a William Billings (1746-1800)
como una fuerza revolucionaria en la antigua canción. Compositor autodidacta, que nunca dejó de lamentarse por las reglas musicales, Billings escribió lo que el llamaba tonadas "amnésicas". Estas han sido juzgadas torpes y crudas, pero estaban llenas de alegría, tenían un ritmo contagioso y eran fáciles de aprender.
De todas las formas de canción y teatro populares que surgieron a principios del siglo XIX en Estados Unidos, ninguna fue tan influyente, o tan típica, como el espectáculo teatral cómico llamado minstrel show. En estas representaciones, que surgieron en la década de 1820 y desaparecieron bien entrado el siglo XX, actores blancos disfrazados se tiznaban la cara y cantaban, bailaban y contaban historias.
Estos cómicos juglarescos se apropiaron libremente de la música folclórica hasta la ópera. Pero crearon un sonido que comunicaba los atributos de la vida estadounidense: lacónica, tenaz, llena de jerigonza y disparatada comicidad. En estos espectáculos se encontraban las semillas del moderno baile tap, las comedias musicales y las canciones comerciales.
Del minstrel show surgió Stephen Foster (1826-1864), considerado el primer gran escritor de canciones de Estados Unidos. Aunque su preparación musical era mínima, Foster tenía el don de escribir sencillas e irresistibles melodías que cristalizaban los sentimientos de sus conciudadanos. Incluso hoy, casi todos se saben de memoria algunas de las canciones de Foster, por ejemplo, "Oh, Susana", cantada por cientos de mineros durante la fiebre del oro de 1849.
Muy populares a fines de la década de 1800 fueron también las bandas que interpretaban marchas. El más destacado compositor y director de banda fue John Philip Sousa (1854-1932), quien se había hecho famoso como director de la banda del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos. La música alegre y patriótica de Sousa, como su marcha "Barras y Estrellas", se conserva como una de las favoritas del público que concurre a desfiles, festivales cívicos y actos similares.
No obstante, a lo largo del siglo XIX la mayoría de los compositores y ejecutantes de música seria se ciñeron al dominio de las tradiciones y músicos europeos. Edward MacDowell (1861-1908) se destacó entre los compositores de Estados Unidos en ese período. Con la mejor preparación que Europa le pudo ofrecer, MacDowell afirmó su reputación en ambos lados del Atlántico como un brillante pianista y compositor de obras románticas. Líder de la educación musical, en 1896 dirigió el primer departamento de música en una de las más importantes escuelas superiores de Estados Unidos, la Universidad de Columbia.
La combinación que hizo MacDowell del romanticismo tradicional con nuevas formas musicales influyó significativamente en ciertos compositores que lo siguieron, incluyendo al distinguido neorromántico Samuel Barber (1910-1981). Al tiempo que MacDowell luchaba por divulgar la música seria entre el público común, el ragtime, un ritmo derivado del dixieland y de la música sureña de taberna, levantaba los ánimos en salas y teatros de toda la nación. La primera música negra en obtener gran popularidad, el ragtime, fue creado principalmente para piano destacando una síncopa casi contínua. El más notable de los compositores de ragtime fue Scott Joplin (1868-1917), quien escribió dos óperas en ese ritmo y confiaba en que su música resistiría la comparación con la música clásica europea. Sin embargo, desde el punto de vista histórico el ragtime es quizá más importante por su asociación con el blues. Y del blues provinó el jazz, la gran contribución de Estados Unidos al mundo de la música.
El blues, cuyo origen se remonta a las canciones folclóricas de África y a la música religiosa cristiana, es un lamento con un dejo de resignación y frecuente humor. Entre las primeras grandes voces que se grabaron sobresalieron las de muchas mujeres, incluyendo a Gertrude "Ma" Rainey (1886-1939) y a Bessie Smith (1900-1937). Por lo común, el blues moderno es interpretado por pequeñas bandas que destacan en primer plano la guitarra eléctrica y otros instrumentos, al igual que la voz del cantante. Entre los más populares músicos de esta vertiente se encontraban Muddy Waters (1915-1984) y B. B. King (nacido en 1925).
Cuando los músicos de blues y de dixieland depuraron sus técnicas instrumentales, nació el jazz, que tiene como una de sus características vitales la improvisación. Por lo general, los músicos escriben una estructura armónica básica y las otras partes se crean espontáneamente basadas en la música que interpreta el resto del grupo.
Alrededor de 1920, el jazz se extendió desde el sur conforme los músicos negros se mudaron a Chicago y New York. El más influyente de los primeros músicos de jazz fue el trompetista Louis Armstrong (1900-1971). Nacido en New Orleans, una de las cunas del jazz, Armstrong fue asimismo el primer cantante famoso de este género y creador del scat, un recurso que consiste en utilizar la voz como instrumento, cantando sílabas sin sentido. Otro de los más destacados jazzistas de esa generación fue Duke Ellington (1899-1974). Pianista, director de orquesta, compositor y arreglista, Ellington tuvo un enorme impacto en la composición y ejecución de la música de jazz.
Cada nueva generación del jazz ha explorado nuevas direcciones. A principios de los años 40 surgió un estilo complicado llamado bebop, apoyado por el trompetista "Dizzy" Gillespie (1917-1993) y el saxofonista Charlie Parker (1920-1955), el improvisador más grande del jazz.
En los años 60, músicos de jazz como el trompetista Miles Davis (1926-1991) y el saxofonista John Coltrane (1926-1967) experimentaron con las más variadas influencias musicales. Los más jóvenes empezaron a introducir ritmo de rock and roll. Luego, en los años 70, muchos músicos de jazz experimentaron con instrumentos electrónicos y crearon una mezcla de rock y jazz llamada fusión. En los años 50, el jazz había empezado a gozar de amplia popularidad como uno de los bienes culturales más importantes, aumentando su auditorio entre los intelectuales y los estudiantes de nivel superior. Hoy es parte de la corriente principal del espectáculo en Estados Unidos, y los conciertos de jazz atraen a muchos miles de oyentes cada año.
El jazz ha tenido una influencia enorme sobre toda la gama de música de Estados Unidos. En ninguna obra puede observarse más claramente tal influencia que en la de George Gershwin (1898-1937), uno de los más prestigiosos compositores de este siglo. Compositor de canciones populares, Gershwin también creó una serie de comedias musicales para los escenarios de Broadway. Sus más notables trabajos se han convertido eh clásicos modernos, los primeros en incorporar con éxito el jazz a formas tomadas de la tradición europea. Entre ellas están el concierto "Rapsodia en Azul" (1924), y la ópera "Porgy and Bess" (1935).
Pocos compositores han identificado tanto su obra con los temas y ritmos estadounidenses como Aaron Copland (1900-1990). Su trabajo ejemplifica la tendencia de muchos compositores modernos a escribir música para una amplia gama de propósitos: orquesta, películas, radio, sesiones de grabación, para la enseñanza elemental y la escuela superior. Algunas de sus piezas de concierto más frecuentemente interpretadas fueron escritas para ballet, como la suite "Billy the Kid" (1938) y "Primavera en los Apalaches" (1945).
Desde los años 40 los compositores han tendido a desplazarse en muy diversas direcciones. Algunos recurriendo directamente a influencias tradicionales y a la cultura popular, han conseguido fama a través de sus partituras para comedias musicales. Heredera de los antiguos minstrel shows y la ópera ligera, la comedia musical se ha convertido en una forma original de entretenimiento, en la cual se combinan la canción, el baile, la comedia, y el drama. Entre los duetos compositor-letrista de mayor éxito se encuentran Richard Rogers y Oscar Hammerstein, autores de "Oklahoma!" (1943) y "Carrusel" (1945).
Otros compositores han experimentado radicalmente con música antitradicional, la cual ha no ha sido fácilmente aceptada por la mayoría del público que gusta de las orquestas. Aunque mientras vivió fue prácticamente desconocido, Charles Ives (1874-1954) es ahora reconocido como un innovador importante. Muchos críticos consideran a Elliot Carter (nacido en 1908) como el más destacado compositor estadounidense de su generación. John Cage (1912-1992) es notable porque deja algunos elementos de sus obras al azar, y también porque mezcla músicos vivos con aparatos electrónicos. A fines de los años 70 y en los 80, Philip Glass (nacido en 1937) alcanzó reconocimiento entre los más jóvenes compositores "minimalistas"; característica de su obra es la excéntrica ópera "Einstein en la Playa".
Sin embargo, para la mayor parte del mundo el sonido de la música de Estados Unidos es el sonido del rock and roll. Popularizada en sus inicios por músicos blancos, quienes durante los años 50 interpretaban una miscelánea de gospel sureño, música country, y el rhythm and blues negro, el rock and roll se convirtió muy rápidamente en una segunda lengua de la juventud. Elvis Presley (1935-1977) fue el primer "rey del rock 'n roll", con ventas que sobrepasan los 500 millones de discos, y el primer músico de rock al que sus jóvenes admiradores en todo el mundo le otorgaron un nivel casi mitológico.
Bob Dylan (nacido en 1941) surgió como uno de los principales compositores e intérpretes durante la explosión de música folclórica que experimentó Estados Unidos a principos de los años 60. Sus canciones de protesta llegaron a ser himnos del cambio social, y ejerció extraordinaria influencia sobre otros músicos y escritores. Los años 60 también fueron testigos del nacimiento del sonido motown, el irresistible rhythm and blues de Detroit. Entre sus estrellas rutilantes sobresale Diana Ross (nacida en 1944). No obstante, otro estilo del sur que empezó a obtener amplia popularidad fue la música country, dominada sobre todo por los músicos establecidos en Nashville, como Willie Nelson (nacido en 1933), y también la música bluegrass, una mezcla de folclore, blues y música country, aumentó su auditorio gracias a las canciones de Bill Monroe (1911-1996) entre otros.
El rock and roll pareció perder su impulso casi revolucionario en los años 70 y 80. Aún así, algunos artistas sobresalieron, entre ellos el compositor y guitarrista Bruce Springsteen (nacido en 1949), el cantante y compositor Stevie Wonder (nacido en 1950), y el vocalista Michael Jackson (nacido en 1958).
De todas las formas de canción y teatro populares que surgieron a principios del siglo XIX en Estados Unidos, ninguna fue tan influyente, o tan típica, como el espectáculo teatral cómico llamado minstrel show. En estas representaciones, que surgieron en la década de 1820 y desaparecieron bien entrado el siglo XX, actores blancos disfrazados se tiznaban la cara y cantaban, bailaban y contaban historias.
Estos cómicos juglarescos se apropiaron libremente de la música folclórica hasta la ópera. Pero crearon un sonido que comunicaba los atributos de la vida estadounidense: lacónica, tenaz, llena de jerigonza y disparatada comicidad. En estos espectáculos se encontraban las semillas del moderno baile tap, las comedias musicales y las canciones comerciales.
Del minstrel show surgió Stephen Foster (1826-1864), considerado el primer gran escritor de canciones de Estados Unidos. Aunque su preparación musical era mínima, Foster tenía el don de escribir sencillas e irresistibles melodías que cristalizaban los sentimientos de sus conciudadanos. Incluso hoy, casi todos se saben de memoria algunas de las canciones de Foster, por ejemplo, "Oh, Susana", cantada por cientos de mineros durante la fiebre del oro de 1849.
Muy populares a fines de la década de 1800 fueron también las bandas que interpretaban marchas. El más destacado compositor y director de banda fue John Philip Sousa (1854-1932), quien se había hecho famoso como director de la banda del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos. La música alegre y patriótica de Sousa, como su marcha "Barras y Estrellas", se conserva como una de las favoritas del público que concurre a desfiles, festivales cívicos y actos similares.
No obstante, a lo largo del siglo XIX la mayoría de los compositores y ejecutantes de música seria se ciñeron al dominio de las tradiciones y músicos europeos. Edward MacDowell (1861-1908) se destacó entre los compositores de Estados Unidos en ese período. Con la mejor preparación que Europa le pudo ofrecer, MacDowell afirmó su reputación en ambos lados del Atlántico como un brillante pianista y compositor de obras románticas. Líder de la educación musical, en 1896 dirigió el primer departamento de música en una de las más importantes escuelas superiores de Estados Unidos, la Universidad de Columbia.
La combinación que hizo MacDowell del romanticismo tradicional con nuevas formas musicales influyó significativamente en ciertos compositores que lo siguieron, incluyendo al distinguido neorromántico Samuel Barber (1910-1981). Al tiempo que MacDowell luchaba por divulgar la música seria entre el público común, el ragtime, un ritmo derivado del dixieland y de la música sureña de taberna, levantaba los ánimos en salas y teatros de toda la nación. La primera música negra en obtener gran popularidad, el ragtime, fue creado principalmente para piano destacando una síncopa casi contínua. El más notable de los compositores de ragtime fue Scott Joplin (1868-1917), quien escribió dos óperas en ese ritmo y confiaba en que su música resistiría la comparación con la música clásica europea. Sin embargo, desde el punto de vista histórico el ragtime es quizá más importante por su asociación con el blues. Y del blues provinó el jazz, la gran contribución de Estados Unidos al mundo de la música.
El blues, cuyo origen se remonta a las canciones folclóricas de África y a la música religiosa cristiana, es un lamento con un dejo de resignación y frecuente humor. Entre las primeras grandes voces que se grabaron sobresalieron las de muchas mujeres, incluyendo a Gertrude "Ma" Rainey (1886-1939) y a Bessie Smith (1900-1937). Por lo común, el blues moderno es interpretado por pequeñas bandas que destacan en primer plano la guitarra eléctrica y otros instrumentos, al igual que la voz del cantante. Entre los más populares músicos de esta vertiente se encontraban Muddy Waters (1915-1984) y B. B. King (nacido en 1925).
Cuando los músicos de blues y de dixieland depuraron sus técnicas instrumentales, nació el jazz, que tiene como una de sus características vitales la improvisación. Por lo general, los músicos escriben una estructura armónica básica y las otras partes se crean espontáneamente basadas en la música que interpreta el resto del grupo.
Alrededor de 1920, el jazz se extendió desde el sur conforme los músicos negros se mudaron a Chicago y New York. El más influyente de los primeros músicos de jazz fue el trompetista Louis Armstrong (1900-1971). Nacido en New Orleans, una de las cunas del jazz, Armstrong fue asimismo el primer cantante famoso de este género y creador del scat, un recurso que consiste en utilizar la voz como instrumento, cantando sílabas sin sentido. Otro de los más destacados jazzistas de esa generación fue Duke Ellington (1899-1974). Pianista, director de orquesta, compositor y arreglista, Ellington tuvo un enorme impacto en la composición y ejecución de la música de jazz.
Cada nueva generación del jazz ha explorado nuevas direcciones. A principios de los años 40 surgió un estilo complicado llamado bebop, apoyado por el trompetista "Dizzy" Gillespie (1917-1993) y el saxofonista Charlie Parker (1920-1955), el improvisador más grande del jazz.
En los años 60, músicos de jazz como el trompetista Miles Davis (1926-1991) y el saxofonista John Coltrane (1926-1967) experimentaron con las más variadas influencias musicales. Los más jóvenes empezaron a introducir ritmo de rock and roll. Luego, en los años 70, muchos músicos de jazz experimentaron con instrumentos electrónicos y crearon una mezcla de rock y jazz llamada fusión. En los años 50, el jazz había empezado a gozar de amplia popularidad como uno de los bienes culturales más importantes, aumentando su auditorio entre los intelectuales y los estudiantes de nivel superior. Hoy es parte de la corriente principal del espectáculo en Estados Unidos, y los conciertos de jazz atraen a muchos miles de oyentes cada año.
El jazz ha tenido una influencia enorme sobre toda la gama de música de Estados Unidos. En ninguna obra puede observarse más claramente tal influencia que en la de George Gershwin (1898-1937), uno de los más prestigiosos compositores de este siglo. Compositor de canciones populares, Gershwin también creó una serie de comedias musicales para los escenarios de Broadway. Sus más notables trabajos se han convertido eh clásicos modernos, los primeros en incorporar con éxito el jazz a formas tomadas de la tradición europea. Entre ellas están el concierto "Rapsodia en Azul" (1924), y la ópera "Porgy and Bess" (1935).
Pocos compositores han identificado tanto su obra con los temas y ritmos estadounidenses como Aaron Copland (1900-1990). Su trabajo ejemplifica la tendencia de muchos compositores modernos a escribir música para una amplia gama de propósitos: orquesta, películas, radio, sesiones de grabación, para la enseñanza elemental y la escuela superior. Algunas de sus piezas de concierto más frecuentemente interpretadas fueron escritas para ballet, como la suite "Billy the Kid" (1938) y "Primavera en los Apalaches" (1945).
Desde los años 40 los compositores han tendido a desplazarse en muy diversas direcciones. Algunos recurriendo directamente a influencias tradicionales y a la cultura popular, han conseguido fama a través de sus partituras para comedias musicales. Heredera de los antiguos minstrel shows y la ópera ligera, la comedia musical se ha convertido en una forma original de entretenimiento, en la cual se combinan la canción, el baile, la comedia, y el drama. Entre los duetos compositor-letrista de mayor éxito se encuentran Richard Rogers y Oscar Hammerstein, autores de "Oklahoma!" (1943) y "Carrusel" (1945).
Otros compositores han experimentado radicalmente con música antitradicional, la cual ha no ha sido fácilmente aceptada por la mayoría del público que gusta de las orquestas. Aunque mientras vivió fue prácticamente desconocido, Charles Ives (1874-1954) es ahora reconocido como un innovador importante. Muchos críticos consideran a Elliot Carter (nacido en 1908) como el más destacado compositor estadounidense de su generación. John Cage (1912-1992) es notable porque deja algunos elementos de sus obras al azar, y también porque mezcla músicos vivos con aparatos electrónicos. A fines de los años 70 y en los 80, Philip Glass (nacido en 1937) alcanzó reconocimiento entre los más jóvenes compositores "minimalistas"; característica de su obra es la excéntrica ópera "Einstein en la Playa".
Sin embargo, para la mayor parte del mundo el sonido de la música de Estados Unidos es el sonido del rock and roll. Popularizada en sus inicios por músicos blancos, quienes durante los años 50 interpretaban una miscelánea de gospel sureño, música country, y el rhythm and blues negro, el rock and roll se convirtió muy rápidamente en una segunda lengua de la juventud. Elvis Presley (1935-1977) fue el primer "rey del rock 'n roll", con ventas que sobrepasan los 500 millones de discos, y el primer músico de rock al que sus jóvenes admiradores en todo el mundo le otorgaron un nivel casi mitológico.
Bob Dylan (nacido en 1941) surgió como uno de los principales compositores e intérpretes durante la explosión de música folclórica que experimentó Estados Unidos a principos de los años 60. Sus canciones de protesta llegaron a ser himnos del cambio social, y ejerció extraordinaria influencia sobre otros músicos y escritores. Los años 60 también fueron testigos del nacimiento del sonido motown, el irresistible rhythm and blues de Detroit. Entre sus estrellas rutilantes sobresale Diana Ross (nacida en 1944). No obstante, otro estilo del sur que empezó a obtener amplia popularidad fue la música country, dominada sobre todo por los músicos establecidos en Nashville, como Willie Nelson (nacido en 1933), y también la música bluegrass, una mezcla de folclore, blues y música country, aumentó su auditorio gracias a las canciones de Bill Monroe (1911-1996) entre otros.
El rock and roll pareció perder su impulso casi revolucionario en los años 70 y 80. Aún así, algunos artistas sobresalieron, entre ellos el compositor y guitarrista Bruce Springsteen (nacido en 1949), el cantante y compositor Stevie Wonder (nacido en 1950), y el vocalista Michael Jackson (nacido en 1958).
En 1985, millones participaron de los conciertos en pro de la vida, un esfuerzo de las estrellas pop y de rock por recaudar dinero y víveres para combatir la hambruna en África.
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